Los huicholes creen que cuando uno de ellos se enferma puede ser debido a falta de responsabilidad para con los dioses, y entonces, se deben proveer ofrendas a través del mara’akame para enmendar el error. Las otras causas de enfermedad en las que creen los huicholes son los maleficios, al igual que el extravío del alma. Si el huichol ha enfermado debido a un maleficio, el mara’akame debe “limpiar” al enfermo con plumas mientras rocía humo de tabaco por todo su cuerpo para después succionar con la boca el objeto que le ocasiona la enfermedad; cuando el enfermo ha perdido el kupúri (una parte del alma del huichol que se localiza en la parte superior de la cabeza) el mara’akame debe ir en su búsqueda para colocarlo de nuevo en su lugar, pero cuando éste sí ha sido robado por un brujo, el mara’akame debe enfrentarse a él para recuperarlo. Es debido a la importancia del mundo sagrado y su intrínseca relación con el modo de vida del huichol, que en su arte se expresan siempre, cientos de historias que narran la mitología y cosmogonía de esta fascinante cultura. Todas aquellas artesanías de los huicholes que no están orientadas a fines comerciales, son creadas para narrar las diversas vivencias religiosas de sus autores, convirtiéndose en fantásticas piezas de hermosos colores y figuras inimaginables que pueden ser concebidas solamente en la mente del artista huichol. Se cree que los ancestros de los huicholes nunca mantuvieron contacto con los grandes imperios de las épocas previas a la Conquista, y aún hoy en día, penetrar a su mundo es una tarea casi titánica. El pueblo huichol sigue luchando por mantenerse alejado de la influencia del exterior, impidiendo el asentamiento de los mestizos en sus comunidades y fomentando el matrimonio entre miembros del grupo o bien, cuando menos con gente perteneciente a otros pueblos indígenas; y sin importar que el difícil acceso por tierra haya ocasionado que se construyesen pistas de aterrizaje en diversas comunidades, al llegar a ellas se colisiona con un mundo en el que aún la madera es el combustible principal, en el que el agua aún se extrae de los pozos y las casas están construidas con adobe, piedras recubiertas de lodo y techos de paja; un mundo en el que los tres primeros años de escuela son impartidos por el mismo profesor, o bien en donde la educación es provista por una misión franciscana. Un mundo en el que se practican la agricultura, la pesca y la caza para el autoconsumo, y en el que la tierra aún se labra con estacas y yuntas de bueyes. Penetrar a la comunidad huichola, es encontrarse ante las puertas de un fantástico mundo de costumbres ancestrales que se han conservado intactas a través del tiempo. Penetrar al mundo del huichol, es llegar a una dimensión en la cual, lo divino y lo profano encuentran una armonía perfecta.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
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